Miguel Ángel

por Vaticano

La Capilla Sixtina es una obra cumbre del arte religioso, una maravilla artística que recoge en su interior una fantástica muestra de la pintura renacentista. En ella participaron los mejores pintores de la época.

Miguel Ángel Buonarroti pone el colofón a esta muestra de arte renacentista con dos obras sublimes: la bóveda y “El juicio final”.

En la Capilla Sixtina entradas que incluyen la visita a los Museos Vaticanos, podemos contemplar la evolución del arte renacentista.

Miguel Ángel

En lo que al Vaticano se refiere, la impronta dejada por Miguel Ángel es de gran importancia. Aquí Miguel Ángel oficia como escultor, pintor y arquitecto.

Miguel Ángel, en su larga vida (falleció a los 88 años), demostró sus inmensas capacidades artísticas. Podemos decir que como artista esférico se ganó con creces el sobrenombre el Divino con el que le reconocieron los artistas de la época.

La escultura fue el “alma mater” artística de Miguel Ángel. De aquí, podemos entender que su pintura sea casi escultórica. Sus dibujos sobresalen del plano del papel y adquieren formas tridimensionales.

En lo que respecta a la pintura, Miguel Ángel tenía una opinión poco favorable a esta disciplina artística.

Miguel Ángel y la Capilla Sixtina

En 1505, el papa Julio II encargó a Miguel Ángel la realización de su sepultura. Mientras preparaba la realización del mausoleo, Julio II ordenó parar los trabajos y propuso a Miguel Ángel (1506), por sugerencia de Bramante, pintar la bóveda de la Capilla Sixtina.

Miguel Ángel, con buen disgusto, le “dio calabazas” al Papa y regresó a Florencia. Tras muchos “tiras y aflojas”, Miguel Ángel aceptó el reto y regresó a Roma para cumplir con el encargo de la Capilla Sixtina.

Según parece, Miguel Ángel aceptó el proyecto ante la amenaza del Papa de dárselo a Rafael. Por otro lado, la sugerencia o el aplauso de Bramante parece estar motivado por las altas probabilidades de fracaso ante tamaña obra.

Las relaciones entre Bramante, Rafael y Miguel Ángel no eran todo lo cordiales que cabría esperar.

Capilla Sixtina, inicio de los trabajos de Miguel Ángel

Los inicios del trabajo no fueron nada fáciles para Miguel Ángel.

Por un lado, el andamiaje diseñado por Bramante no fue de su agrado ya que colgaba del techo y, una vez retirado, dejaría marcas sin pintar en el lugar de los anclajes al techo. Miguel Ángel diseñó su propio andamio de modo que pudiera pintar toda la superficie de la bóveda.

Por otro lado, su falta de experiencia en la técnica del fresco le daría serios problemas.

La pintura al fresco se realiza sobre una capa de cal húmeda a la que “en fresco” se le aplican los colores. Así, los colores son absorbidos por la cal, difuminando colores y formas, manteniéndose indelebles.

Si la base de cal se seca, entonces los colores no “empapan” la base y con el tiempo se desprenden.

Para superar las dificultades, Miguel Ángel pidió asesoramiento a Sangallo. Con los consejos recibidos y con bastante sufrimiento, Miguel Ángel aprendió la técnica de la pintura al fresco. Su lienzo de aprendizaje fue “La Embriaguez de Noé” (sobre la puerta de entrada).

Capilla Sixtina, tema de la bóveda

En un principio, el papa Julio II propuso que el tema para la bóveda de la Capilla Sixtina fuera una composición relativa a los doce apóstoles.

Miguel Ángel propuso un tema mucho más amplio: la historia del mundo y de la humanidad anterior a Cristo. Para ello, se basaría en nueve escenas narradas en el libro del Génesis de la Biblia.

El contrato firmado entre Julio II y Miguel Ángel solo hacía referencia a la bóveda. Esto significaría que entre la bóveda y los frescos del segundo nivel de la pared habría una franja carente de decoración.

Miguel Ángel amplió el contrato decorando la franja con imágenes de los antepasados de Cristo, profetas y sibilas. Todo ello desde la perspectiva neoplatónica.

Capilla Sixtina, la perspectiva

Para ofrecer un efecto de perspectiva en la bóveda, Miguel Ángel utiliza la técnica del trampantojo (trampa ante el ojo). Es una técnica que juega con: elementos arquitectónicos artificiales, la perspectiva y otros efectos ópticos. De este modo ofrecería una perspectiva que daría una “realidad ampliada”.

En el diseño de la bóveda de la Capilla Sixtina, Miguel Ángel utiliza elementos arquitectónicos pintados para enmarcar y dar perspectiva a cada escena.

Al efecto producido por el trampantojo hay que añadir el efecto tridimensional de las imágenes de Miguel Ángel sobresaliendo del plano de las paredes y de la bóveda.

Capilla Sixtina, El Juicio Final

En 1536 Miguel Ángel recibió el encargo de pintar un fresco en la pared del altar de la Capilla Sixtina.

Si bien la realización del fresco de “El Juicio Final” requería de menores dificultades que en el caso de la bóveda, le supuso mayores dificultades compositivas.

Durante los cinco años que tardó en materializar la obra, Miguel Ángel padeció de enfermedades, lesiones e incluso una caída del andamio que le produjo una severa herida en una de sus piernas.

Una curiosidad. Dada la edad de Miguel Ángel, 61 años, el Papa Paulo III le hizo una oferta para pintar “El juicio final” que pensaba, teniendo en cuenta la edad del artista, le iba a resultar más económica que la de pagar una cantidad única.

Si por pintar la bóveda, Miguel Ángel recibió 6.000 escudos, el Papa Paulo III le ofreció una renta vitalicia de 1.200 escudos anuales además de los nombramientos de arquitecto, escultor y pintor del Palacio Apostólico.

Ahora bien, el Papa no podía imaginar que a Miguel Ángel le quedaban todavía 33 años de vida, con lo que el supuesto ahorro se tornó en un gran gasto.

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